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María Inmaculada Gortázar

LA IMPORTANCIA DE LAS RUTINAS EN LOS NIÑOS: EL SUEÑO, QUÉ IMPORTANTE ES DORMIR!

Las rutinas diarias proporcionan oportunidades para aprender. Las rutinas diarias dan a los niños un sentido de la estabilidad, confianza y seguridad porque le anticipan lo que va a pasar (cuando esto no se produce, los niños no saben qué va a pasar, ni qué tienen que hacer y esto sostenido en el tiempo hacen que se conviertan en agresivos, irascibles, más sensibles y con pataletas…). Esto les hace más autónomos. Hay que organizar la vida del niño en función de sus necesidades para generar un esquema de orden que permita adaptarse al medio. Esto es así, porque el niño no sabe la hora, ni diferencia los días, hasta que con un horario y un rígido cumplimiento de este le estructuramos su vida y le damos orden.

El sueño es un estado fisiológico, cerebralmente activo y rítmico que se alterna con el estado de vigilia cada 24 horas. Este es un hábito que aprender. Aproximadamente el 30% de los niños tienen alguna dificultad de sueño. En el 98% de los casos, el problema de sueño se debe a un mal hábito.

Consecuencias de no crear rutinas:

  • Muchos de los niños que han crecido sin una rutina diaria, a partir de los tres o de los cuatro años tienen muchos comportamientos disruptivos.
  • Los niños que crecen sin una rutina diaria se resisten a asumir sus responsabilidades como recoger sus juguetes, hacer las tareas…
  • ¿Cómo se instaura una rutina?

    Es importante que se den los siguientes factores:

  • Que exista un momento para cada actividad (comer, dormir, jugar): se marca con un horario claro.
  • Que se encuadre cada actividad en un lugar. Tienes que enseñarle que se hace en cada sitio. “El orden de fuera favorece el orden interno” luego empecemos por mantener ordenadas y limpias las distintas estancias y pidamos luego a nuestro hijo que colabore en mantenerlas así. Intentaremos que cada rutina se desarrollen en un lugar: Seguro, Limpio, Ordenado y Estimulante.
  • Que cada vez que realicemos una actividad lo hagamos de la misma manera.
  • Que exista un principio y un final para cada actividad.
  • Los problemas más frecuentes que se encuentran en la terapia clínica con niños son los siguientes:
  • Insomnio infantil: dificultad del niño para conciliar el sueño sin ayuda, despertares frecuentes por la noche, sueño superficial y la disminución de horas de sueño. Causas: malos hábitos (98%) o los problemas psicológicos (2%). Tipos de insomnio: de conciliación (al inicio de la noche); de mantenimiento (despertares frecuentes durante la noche); terminal (al final de la noche). Se puede hablar de insomnio infantil por malos hábitos si entre los 6 meses y los 5 años no es capaz de: acostarse sin llorar; conciliar el sueño por sí mismo; dormir entre 10 y 11 horas; hacerlo en su habitación y prácticamente a oscuras.
  • Hipersomnia: tendencia a dormirse a todas horas. Detrás suele haber trastornos que no permiten al niño dormir el número de horas necesario. Por tanto, podemos considerarla el síntoma de un trastorno más que un trastorno en sí. Si es algo crónico es necesario consultar con un especialista.
  • Bruxismo: rechinar de dientes. Puede deberse a alteraciones emocionales. Puede ser necesario colocar una férula. No le despierta. Lo sufre aproximadamente el 25% .
  • Sonambulismo: se incorpora y realiza movimientos complejos, aprendidos y con sentido; suele tener los ojos entreabiertos y es capaz de contestar preguntas. Si se le despierta muestra desorientación y no recuerda lo ocurrido. No suele durar más de 10 minutos y se da en las fases III y IV del sueño. No es perjudicial despertarlo. Se da con mayor frecuencia entre los 4 y los 8 años. tienden a desaparecer de forma espontánea. Las causas hereditarias.
  • Apnea del sueño: cese de la respiración de más de 10 segundos durante el sueño, acompañado de ronquidos y somnolencia diurna. Se produce en la fase NO rem. Está relacionado con la obesidad. Requiere asistencia médica.
  • Somniloquia: hablar dormido. Es inofensivo y suele tener una base genética. Por lo general el pequeño no se despierta. Es típico cuando el niño inicia la etapa prescolar o primaria.
  • Pesadillas: el 25% de los niños las sufren. Sueños angustiosos que despiertan asustado al niño, pero orientado y activado a nivel motor (es capaz de contar lo que ha pasado). No duran más de 4 minutos. Es capaz de hacer un relato de la pesadilla. E producen en el sueño REM, en la segunda mitad de la noche. Suelen aparecer a partir de los 3 años de edad. Para reducirlas: hay que conocer las preocupaciones del niño y ayudarle a resolverlas; evitar que el niño se exponga a estímulos ansiosos antes de dormir; cuando se despierta hay que tranquilizarlo e irse de la habitación, permitiéndole volver a dormirse solo.
  • Terrores nocturnos: el 3% de los niños lo sufren. Gritos, movimientos bruscos, sudoración y taquicardia, el niño se incorpora dormido y no es capaz de recordar lo ocurrido. Puede durar hasta 10 minutos. Se produce en el sueño NO REM en el primer tercio de la noche. Suele aparecer en torno a los 3 años de edad y cesan de manera espontánea. Para reducirlas hay que acostarlo antes de que esté muy cansado y controlar los malos hábitos de sueño. Cuando aparecen se le acaricia para calmarlo y al cabo de unos minutos dormirá con tranquilidad.
  • El sueño en los niños solo tiene dos fases y tienen más horas de sueño REM. Los niños nacen sin saber conciliar el sueño solos y deben aprender a hacerlo para evitar problemas en la edad adulta.

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